También a los no poetas nos corre sangre por las venas, practicamos la autoinducción del delirio...

También a los no poetas nos acecha el abandono, los abismos también salen a nuestro encuentro...

También a los no poetas nos embelesan los árboles agitados por el viento y las ondas que irrumpen en el agua quieta.



domingo, 18 de diciembre de 2011

Sin retorno

Sea cual sea el punto cardinal desde el que el viajero arribe a Pueblo Quieto, podrá advertir muchos kilómetros antes el espeso velo de polvo que oculta lo que parecen ser las ruinas de un pasado mejor. Cuando el viajero se adentra en el pueblo percibe el letargo y el enmohecimiento de sus hijos, transcurrido un rato, el viajero descubrirá que es el oxígeno de su enrarecida atmósfera mezclado con la osamenta de sus hijos hechos polvo, lo que lentamente le aletarga a él también.